jueves, 20 de diciembre de 2018

CXXII


CXXII


Pareja ideal

Nosotros siempre nos hemos llevado bien
porque nunca nos creímos lo que veíamos.
Yo te veía hermosa.
Me enseñabas los senos y decías
esto no soy yo,
abrías las piernas,
dejabas que me sumergiera
y preguntabas por mí,
¿dónde estás que no te veo?
Al volver, veía tu mirada.
He salido un momento.
Aprendí a verme contigo
y a sentirme lejos
cuando te aferrabas
a mi palpitante presencia.
Desfallecía reivindicándome,
y me decías,
lo sé, amor, lo sé.
Pero la vida es traición.
Y la traición será derrotada,
si te lo cuento,
y yo te lo cuento,
y yo también.
Ahora agradezco que me avisaras,
todo lo que pareces tú,
todo lo que parezco yo,
carece de importancia,
porque nos avisamos
y nos dijimos.
Todo lo que ves no soy todo yo.

domingo, 11 de noviembre de 2018

CXX y CXXI


CXX

Ejemplo

Dice el árbol,
mejor que llueva
y salga el sol aquí,
porque yo no me voy
a mover.
Tal es su determinación.
El hombre se cree
otra cosa



CXXI


El consuelo de las piedras

El consuelo de la piedra
es la confianza que ofrece.
La ausencia de vida
le da carácter. Digámoslo de una vez,
una piedra no te va a comer,
ni de ella esperas nada,
por lo tanto puede ser una puerta
a la felicidad.
Que no es un corazón palpitante,
unas hojas que mece el viento,
cualquier junco,
se tronche o se doble,
ante el paso de la vida.
La piedra, sí,
lo que ves  es lo que es.
Cuanta tranquilidad da eso.
Pero para llegar aquí
has de estar cansado de aventuras,
hastiado de esperanzas,
una primavera igual a un otoño,
saber ver la vida sin maquillaje,
en su esplendida vejez,
en su implacable actuar.
No huir, sino cogerla de la mano.
No buscando protección,
sino camaradería.
Mira vida,
he encontrado una piedra.
Ahora todas las sorpresas están abolidas.

lunes, 29 de octubre de 2018

CXIX

CXIX

Fuera de toda (ir)racionalidad

..hasta que te paras a pensar
que las violetas podían ser maleza…
John Ashbery

Fue una tarde en el Prado,
pasé por todas las salas
mirando fuera de los marcos.
Las obras de arte iban y venían,
todas sin firmas.
No podía decir a qué estilo pertenecían.
Cuando entré a la calle,
pensé que me dirigía a un lugar conocido
y acogedor.
Cerré la puerta del museo,
tras de mí,
no siendo que fuera a colarse alguien
y se llevara algo.
Que cada obra de arte
siguiese su propio camino,
también era un opción.
Los coches, aunque se movían,
no iban a ningún sitio
que no fuera mi camino.
De todas formas no quería salir a los bares
ni salir a los parques.
Buscaba un lugar inhóspito
para poder recuperar
un poco de resuello.
Costaba moverse sintiéndose
al revés, como estrategia,
para poder saber algo menos,
o al menos poder evaluar
cuánta ignorancia todavía. Lateralidad.
Era esto.
Si alguien me hablaba
era silencio, no decía nada.
Una madre, siempre una madre,
vino a ayudarme.
Le dijo a su hijo,
-O te estás quieto
o ese hombre te lleva consigo.
El niño estaba aterrorizado
y la madre me miró.
Nos entendimos más allá de
toda explicación.
Fuimos por un momento
como una familia de otro mundo.
No me los llevé, aún.
Volvería por Navidad.