domingo, 13 de septiembre de 2015

X


X

Las canciones perdidas

Yo tuve un pájaro enjaulado,
entonaba canciones primorosas,
de melodías extrañas.
Había días que elevaba
alegrías exultantes,
y otros en que se deprimía,
su cara acuciante,
entre los barrotes,
 a los que se asía
con sus alas imposibles.
Como si más allá
hubiese mechas
para prender nuevas melodías.
La libertad, eso es lo que
evidenciaba mi pájaro enjaulado.
Su carencia era su presencia,
pues él deseaba probarse,
probarse fuera………..
Y quizá no volver, pensaba yo.
¿Te perderás mis melodías
saciadas de libertad?
Me hacía llegar preguntas de ese tipo
trasformando sus alas en rogativas.
Ya cantas bien así, le decía yo.
¿De qué servirían canciones más excelsas?
¿Quiénes somos nosotros
para afirmar que las sabremos disfrutar?
Estamos tan bien así, le explicaba,
siempre y cuando
no habláramos del asunto
aunque nos agotaba pensarlo.
Un día murió mi pájaro
pero conserve la jaula
hasta que no pude más,
pues llegué a confundir sus límites
y no sabía si estar en la cárcel
era estar dentro,
o estar fuera de ella.
Esto me obsesionaba tanto
que un día llegué a maldecir su tamaño.
Pero no bastaba y tuve que
deshacerme de ella.
Se fue así mi preocupación.
Cosa extraña,
porque se trataba de débiles barrotes
de alambre que dejaban pasar
el aire, todo el aire.
Aunque nunca dejaron pasar a mi pájaro
y eso no podía olvidarlo.
¿Qué canciones me perdí?
A veces intentaba entonar canciones,
pero todo carecía de sentido
pues yo nunca había cantado
dentro de una jaula.
O eso es lo que él, a veces,
me decía.

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