sábado, 26 de agosto de 2017

LXXXII


LXXXII


Hojas, hijos, pero gotas

Aún algún tiempo
antes de que sean pisoteadas.

William Carlos Williams


Debería ser una hoja,
tu hijo,
pero es una gota.
Crees que te caes de cansancio
pero te caes de amarillo, hacia
el abismo
que siempre estuvo ahí
pero que un día descubriste.
Eres de la rama,
eres del tronco,
siempre te lo dicen,
pero tú no lo ves
¿Y lo mío?
Nadie parece saberlo,
hasta que un día,
ves que lo tuyo, como lo de los demás,
son como gotas,
dulces, frescas, que quieres atrapar
que te golpean suavemente,
se deslizan por ti
y se pierden en el abismo
y tú no puedes salir tras ellas
ni detener su caída,
ni nada.
El tronco, las ramas, no pueden hacer otra cosa,
la hoja, tú, tampoco.
Te consuela el río que oyes
y que parece que hay mares, dicen,
donde todo va a parar.
Aguzas el oído,
parece que las oyes a ellas,
tus gotas, cantarinas, en algarabía,
son mis hijos,
se fueron, se perdieron
¿Quién puede creer eso?
Una hoja, hijas, gotas.

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