martes, 2 de febrero de 2021

CXLVII

 

CXLVII

De Muelas del Pan a Zamora, por Almaraz



Y el pájaro cantó, en contestación
a la inaudible música oculta en la naturaleza,
Y el dardo no visible del mirar cruzó el aire , pues las rosas
tenían apariencia de flores que se saben contempladas.

T.S. Elliot
Primer cuarteto


Aquí es el trigo, verde, amarillo.
Verde, amarillo, tic, tac, tic, tac.

Encima de una señal
de tráfico,
prohibido circular a
vehículos que pesen
más de 30T,
no hay alrededor
más que tierra maciza,
ningún indicio de debilidad,
ni asomo de fragilidad,
el pico del ave de presa
sustenta unos ojos
que nos siguen, al pasar,
las garras sobre
la chapa imperturbable.
Pasamos a menudo,
dentro de más chapa.
Un día voy a parar,
voy a sacar la pizarra
y le voy a explicar
cómo puede entender lo que hacemos,
informarle de nuestros deseos,
que no solo comemos y dormimos,
que disfrutamos del ocio,
nos compramos y nos vendemos,
que casi somos primos,
aunque lejanos,
en cuanto que vivimos.
Siento la necesidad
de compartirlo con él.
Él me dirá,
el próximo ratón,
el próximo topillo,
el agua, el aire, el Sol
y mi casa.
Dios ¡cómo competir
con semejante simplicidad!
Paso con el coche
camino de Zamora
por Almaraz,
y paso, y paso,
una y otra vez,
y me siento como
la señal de tráfico
bajo las garras de la vida.
Quizás sea eso.
Todo debilidad, nada macizo.
 

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