sábado, 13 de febrero de 2021

CXLVIII

 

CXLVIII

Hijas


A Daura y Alexandra,
por supuesto.


Nunca, hasta ahora,
os había escrito un poema.
Como tampoco se lo he hecho
a una mano mía,
a un pie mío,
a mi cabeza.
Si me amputaran algo
entonces cabe que
le hiciera un poema.
Por eso, quizás, estoy
haciendo este.
Porque la vida me ha
amputado de vosotras.
¿Qué tal, cómo va todo?
Le preguntan al parapléjico.
Acostumbrándome, dice,
con la silla de ruedas.
¿Cómo te va a ti,
de mí?
Bien, haciéndome a
la idea.
Me voy a morir,
sabía que un día os iríais,
pero me sentía inmortal
de vosotras.
Miro las fotos
y me duelen.
Esos rostros, esas sonrisas,
esa presencia,
esa mirada,
todo grita impotencia.
Nunca estuve al cien
por cien con vosotras.
Ahora me alegro.
Si lo hubiera estado
no sé qué hubiera sido de mí,
ahora,
que me dice la vida,
siente usted a sus hijas
como si estuvieran
pero no están. Ya no las tiene.
Se las tuvimos que amputar.
¿Para poder seguir viviendo?
Sí, pero no usted, ellas.
Ni tan siquiera eso
me consuela.
A veces rasco, me río,
acaricio, donde solían
estar ellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario