lunes, 4 de enero de 2016

XXV


XXV

Alma


Anclaba el alma
para aceptar la mano del ladrón,
para alabar la actitud abusiva del artero de turno,
 para soportar la sinrazón del día a día.
Tornaba, pasadas las horas
 a acomodarla
y dar la sensación de enteramente
sentirse cada minuto,
cada hora,
cada rato,
loco de vida como una naranja
perfecta
pero notando a los pequeños hijos
rompiéndole las entrañas,
apartando lo inamovible para ganar la luz.
Iniciaba entonces el alma una ardua lucha
contra todo
y a favor de todo.
Alma mala
que lame lo que mella.
Alma, apodo de lo sentido.
 Sin lugar
y ocupándolo todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario