XXV
Alma
Anclaba el alma
para aceptar la mano
del ladrón,
para alabar la
actitud abusiva del artero de turno,
para soportar la sinrazón del día a día.
Tornaba, pasadas las
horas
a acomodarla
y dar la sensación de
enteramente
sentirse cada minuto,
cada hora,
cada rato,
loco de vida como una
naranja
perfecta
pero notando a los
pequeños hijos
rompiéndole las
entrañas,
apartando lo
inamovible para ganar la luz.
Iniciaba entonces el
alma una ardua lucha
contra todo
y a favor de todo.
Alma mala
que lame lo que
mella.
Alma, apodo de lo
sentido.
Sin lugar
y ocupándolo todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario