lunes, 6 de marzo de 2017

LXIV

LXIV

Dame la mano


Dame la mano
y ahora no me digas
que no eres capaz de sentir la hierba fresca y suave
bajo las plantas desnudas de nuestros pies,
porque yo la estoy sintiendo a través de ti.

No me digas que no sientes
un rayo de sol para cada poro de tu piel
porque yo lo estoy sintiendo a  través de ti.
Cada pájaro que canta
cada gesto del águila en vuelo
son homenajes a la vida
que no podemos dejar de disfrutar.

No me digas que esa nube blanca
que pasa tranquila diciendo adiós
no te emociona
porque yo lo estoy sintiendo a través de ti.
Y si ahora, en este mismo momento,
de belleza terrible por lo efímera
se pusiese a llover
yo me bebería cada gota
que descendiese por tu cara
en el mismo momento en que se descolgase
por tu nariz, corona de tu cara china,
hasta tu mentón, atracción de suicidas,
sintiendo lo mismo que tú
porque yo lo estoy sintiendo a través de ti.

Lo que no sabría decirte es por qué
algunas me saben a sal.
Sabes,
no me lo puedo imaginar a través de ti.

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