LXIV
Dame la
mano
Dame la
mano
y ahora
no me digas
que no
eres capaz de sentir la hierba fresca y suave
bajo
las plantas desnudas de nuestros pies,
porque
yo la estoy sintiendo a través de ti.
No me
digas que no sientes
un rayo
de sol para cada poro de tu piel
porque
yo lo estoy sintiendo a través de ti.
Cada
pájaro que canta
cada
gesto del águila en vuelo
son
homenajes a la vida
que no
podemos dejar de disfrutar.
No me
digas que esa nube blanca
que
pasa tranquila diciendo adiós
no te
emociona
porque
yo lo estoy sintiendo a través de ti.
Y si
ahora, en este mismo momento,
de
belleza terrible por lo efímera
se
pusiese a llover
yo me
bebería cada gota
que
descendiese por tu cara
en el
mismo momento en que se descolgase
por tu
nariz, corona de tu cara china,
hasta
tu mentón, atracción de suicidas,
sintiendo
lo mismo que tú
porque
yo lo estoy sintiendo a través de ti.
Lo que
no sabría decirte es por qué
algunas
me saben a sal.
Sabes,
no me
lo puedo imaginar a través de ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario