viernes, 24 de marzo de 2017

LXV



LXV



Todos los que fui

Se han ido rindiendo
o aburriendo
o sintieron que su tren había pasado.
Fuese como fuese,
se apartaron,
desaparecieron,
un día despertaba y era otro.
Buscaron un banco
en el que sentarse
y se pusieron a esperar.
No esperar de esperanza,
sino esperar de callejón sin salida.
Ahora se me van haciendo visibles
y me pregunto por qué
y me he preguntado
¿De dónde sale tanto banco?
¿De qué hablan mientras aguardan?
¿Comparten algo?
Algunos son tan diferentes.
Claro, están hechos de otros tiempos.
Miro la sala llena
y albergo el deseo de que
no haya más bancos.
Que el que soy ahora,
cuando llegue el momento,
no se pueda sentar.
Pero, con esas, sucede
que alguien de mí se desgaja
y va hacia el ejército que llevo formando
desde que nací
y aparece un banco
y se sienta también.
Todos lo que fui.
Ahora lo pienso mejor
y deseo que los bancos nunca se acaben.
Porque cuando llegue ese día
en que alguien que fui
desee sentarse y no haya banco
volverá a mí y me dirá.
Tenemos que cambiar de lugar.

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