lunes, 23 de julio de 2018

CXII y CXIII


CXII


Personas fundamentales que nunca conocerás


Como David F. Wallace o Fernando Pessoa,
por ejemplo.
Un, dos, tres, responda otra vez.



En los momentos más
importantes de mi vida
ha sucedido que quien más cerca
estaba de mí
era un perfecto desconocido.
Cuando nací,
estaba mi madre,
mi padre no,
pero sí un médico,
ni idea de quién fue,
había sido y sería.
Cuando me pilló una moto,
que casi me mata,
al de la moto no tuve
ni tiempo de decirle hola.
Luego, en una fiesta,
un charlatán, que hablaba
y atraía mujeres en proporción,
se cansó
pero antes nos tomamos algo
y me presento a una de sus admiradoras.
Me casé con ella.
No lo volví a ver,
ni sé cómo se llamaba.
Una pena que perdiera su pista,
ahora no le iba a dejar hablar mucho.
Me casó un juez que veía por primera vez.
Podíamos haber cenado la noche antes,
al menos, quién sabe si con las copas…
Para mi divorcio me recomendaron un abogado,
hablé dos veces con él, para contratarle y para pagarle.
Me apreció que llorar en su hombro iba a ser un abuso.
Y así en cada caso.
Pero lo más preocupante
es que cuando me muera,
de ése que me va a preparar para el viaje eterno
no sé nada de nada.
Viviendo rodeado de tanta gente.


CXIII

 
Piedra y viento

Las piedras
absorben el calor
que el Sol les regala.
Después el viento,
díscolo y nada comprometido,
las vuelve frías.
El abrazo no es posible
y la piedra,
que no puede seguirlo,
llora.
Pues bien,
de todo esto,
los hombres decimos
que hay humedad.
Las mujeres callan.
 





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