CXXIX
Deudas
Adeudo todo
pero dejadme que explicite.
Adeudo
cada mínimo gesto,
la voz,
los sueños, las ansias de libertad,
los
primeros besos y los otros también.
No sé
quién es el amo de cada uno
de mis
asuntos pendientes,
les
impongo trajes de organdí, para sacarlos
del
tiempo y así descansar.
Pero al
respirar, huelo los jazmines
de mi
jardín y pagador puntual
vienen
a mi mente aquellos a los que debo
el
aire, los olores,las hierbas.
Y no sé
dónde están.
Así voy
convirtiendo cada cosa, cada suceso
en mero
altar.
Ansío, desde hace tiempo, tener algo mío.
He
buceado en mi vida, en la de los otros,
en lo
que me cuentan
y sólo
encuentro una terrible posibilidad
de
tener algo que no adeude
No puedo decirlo. Si lo hago
alguien exigirá derechos de propiedad
y
entonces será el final.
No
podré tener nunca nada mío.
A veces
lo olvido, pero los demás,
los
demás me lo recuerdan.
No
porque lo digan, porque están.
Soy yo,
deudor irredento.
Aunque
ahora, tengo algo que será mío.
Se
verá.
Sólo
mío.
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